martes, 5 de mayo de 2009

FAUNA DE LA UNIVERSIDAD

LA CODORNIZ -Coturnix coturnix-
Familia Phasianidae (ver)

La Codorniz común (ver) es una pequeña galliforme que regresa de sus cuarteles africanos, donde ha pasado su temporada otoñal e invernal, para deleitarnos un año más con su abundante y temporal presencia. Estas migraciones suele realizarlas de noche y durante el día es una especie de avifauna de difícil contemplación, ahora bien, su canto es tan característico como audible y de fácil interpretación su escucha (oir sonidos) siendo éste el método, la mayor parte de las ocasiones, que nos permite detectar su presencia. Es declarada como especie cinegética, pero aún tendremos tiempo de disfrutarla hasta que eso ocurra, sobre mediados del mes de agosto.

Mimetismo sobre la agostada llanura cerealista, fotografía de José Eduardo Mateos (ver)
17 cm. Pequeño tamaño y plumaje gris moteado. El macho tiene la garganta negra y la hembra de color blancuzco. El vuelo, rápido y directo, normalmente a cortas distancias, sirve también para identificarla. Ocupa una amplia variedad de terrenos abiertos, principalmente sobre cultivos de cereal, forrajeras y pastizales. En las zonas de regadío aprovecha el refugio de los cultivos de remolacha y maíz.
Como decíamos, es especie estival, nidificante y migrante, siendo abundante en los territorios de la Comunidad donde algunos ejemplares permanecen durante el invierno. No suele ser el caso en el Territorio de la Universidad de la Tierra de Arévalo, pues al llegar la época dura estival, debido al agostamiento de los cultivos y la falta de humedades, decide abandonar las amplias zonas cercanas de la Tierra Llana para buscar mejores emplazamientos, normalmente, hacia las provincias de Burgos, León, Palencia y Soria, por ejemplo. En sus idas y venidas presenta dos migraciones, la prenupcial que tiene lugar entre marzo y mayo, es la que podemos disfrutar en estos momentos, mientras que la posnupcial se desarrolla entre agosto y octubre.


Los últimos estudios estiman que la codorniz parece encontrarse en un proceso de fuerte regresión a lo largo de estos últimos años. Es un comentario habitual, también, entre cazadores y aquí de momento nadie toma medidas más allá de vagas recomendaciones, que como se puede comprobar, año tras año, no solucionan el declive poblacional de esta singular especie tan perseguida como huidiza la toca ser. Difícil resulta su observación tanto por las amenazas que escudriña en el horizonte como por su propio comportamiento biológico, al encontrarse segura escondida ente la vegetación, siendo por lo tanto muy reacia a volar. Cuando es sorprendida intenta escabullirse escondiéndose entre la vegetación, andando de forma sigilosa entre ella.
El típico canto lo proclama el macho en primavera, es como una llamada y es lo que permite fácilmente su localización. El nido lo realiza sobre una suave excavación en el suelo recubriéndolo con finas hierbas. Se alimenta de semillas y algunos insectos como orugas. También toma baños de arena como la perdiz roja, una especie sedentaria, que ocupa el mismo hábitat y de la que nos ocuparemos en breve.
El proteger las amplias llanuras cerealistas es una de las medidas más importantes para mantener las poblaciones de codorniz. El cambio en los hábitos y en el manejo del agro cerealista está repercutiendo de manera negativa en su conservación así como la excesiva presión cinegética que se ejerce, motivada en ocasiones por ese falaz sentido de cobrar especies a toda costa, como símbolo de grandeza emocional, que turba en numerosas ocasiones el más elemental sentido común, en aras de conservar la interesante y necesaria biodiversidad de especies y espacios en nuestro Territorio Natural cercano y transfronterizo.

Galérida Ornitólogos