jueves, 7 de mayo de 2009

FAUNA DE LA UNIVERSIDAD

La Perdiz roja (ver) es la especie reina de las llanuras cerealistas en la Universidad de la Tierra de Arévalo. Especie abundante y especialmente visible en estos meses primaverales como consecuencia de ser época de emparejamiento y por la alegría que muestran los machos a través de sus sonoros y fácilmente reconocibles cantos de cortejo hacia las hembras receptivas, de atención y marqueo o delimitación de su territorio, (escuchar sonidos).
La Perdiz roja, también denominada como patiroja, es una especie sedentaria que participa activamente en los ciclos biológicos del ecosistema Morañego, a lo largo de todo el año y desde épocas ancestrales, habiendo sufrido las lógicas alteraciones de la evolución del manejo agrario. El ecosistema Morañego y la Llanura cerealista ha cambiado con los tiempos. La extensión agraria, la mecanización y las implacables concentraciones agrarias han ido diezmando las naturales poblaciones de patiroja y otras especies conocidas por la denominación de esteparias.

Primer plano de un macho de perdiz roja.

33cm. Pico y patas rojas, pecho y flancos rayados de negro y garganta blanca. El macho es más grande y pesado, con cabeza más voluminosa y grandes espolones en las patas. Estos detalles podemos observarlos muy bien, ahora, que se encuentran emparejadas y a simple vista se nota enseguida la diferencia de tamaño. La perdiz roja ocupa una gran variedad de medios, desde campos cultivados, montes, dehesas, hasta zonas de matorral en las áreas montañosas. Por lo tanto es una especie bien distribuida por toda la geografía comunitaria de Castilla y León y por nuestro Territorio Natural, donde prefiere los terrenos agrícolas de uso extensivo con linderos, baldíos, pastizales, junqueras y viñedos.

Perdiz picoteando con la iglesia de Aldeaseca al fondo.
Su vuelo es muy característico y consiste en pequeñas carreras antes de alzar el vuelo de manera rápida y en línea recta, normalmente, batiendo de vez en cuando las alas con fuerza y alternándolo con planeos, para posarse de nuevo y continuar corriendo, no muy lejos del inicio, si se siente en peligro o se relaja y picotea si se encuentra dentro del espacio de seguridad. Se alimenta de granos y brotes tiernos de plantas temporales o de estación. También incluye en su alimentación insectos. El nido es una suave excavación en el terreno, como buena especie esteparia que es, preparado con densa vegetación incluso con hierbas secas y al abrigo de posibles depredadores. Es el macho el que se ocupa de sus preparativos como también se ocupa de procurar distraer la atención en caso de peligro. En estos meses primaverales suelen realizar la puesta, que consta normalmente de 9 a 18 huevos. Los pollos abandonarán el nido a las pocas horas de la eclosión de los huevos, aunque permanecerán siempre acompañados al menos por la perdiz madre. Se agrupan en bandos la mayor parte del año separándose precisamente en estas épocas, que como decíamos anteriormente, coinciden con el comienzo del celo y los característicos reclamos de los machos.
Machos en plena contienda por el territorio.
A menudo les gusta a las perdices rojas otear los territorio desde puntos más predominantes como montículos e incluso construcciones abandonadas y mojones de delimitación. Toma baños de arena para su aseo diario, hecho al que hacíamos referencia al tratar sobre la codorniz (ver).
Esta especie sedentaria y nidificante se la considera como cinegética entre los meses de octubre y enero, época en la que se abre la veda general. La mala planificación cinegética, a través de los planes locales que establecen los cotos privados de caza, está ocasionando una reducción más que evidente de las poblaciones de esta singular y querida ave esteparia en algunas zonas del Territorio Natural Morañego. La pérdida de bordes y linderos y el uso indiscriminado de productos fitosanitarios en el agro, plaguicidas principalmente, también contribuyen al declive, al afectar directamente sobre la fertilidad de las perdices así como la propia eliminación de insectos que constituyen un aporte de proteínas más que interesante en la época estival donde la vegetación está agostada así como las plantas adventicias que son tan necesarias para su desarrollo. Cabe mencionar, como problema importante, el expolio al que es sometida en áreas más o menos definidas y realizado por furtivos carentes de escrúpulos que lo utilizan como medio de lucro y usura para reportarse beneficios económicos.
Pareja de perdices emparejadas.
Estudios sobre densidades poblacionales de la perdiz roja revelan que en estas dos últimas décadas ha experimentado un fuerte declive en la Comunidad. A nivel territorial de la Universidad de la Tierra de Arévalo, se constatan los dos extremos, es decir, un evidente declive en las áreas donde no se realiza un control cinegético exhaustivo y de calidad y un mantenimiento de la especie con ligeros repuntes poblacionales en municipios muy localizados donde si existe un mejor manejo como concienciación para el mantenimiento óptimo y sostenible de la perdiz roja. Esta es la base sobre la que se debe trabajar y olvidar repoblaciones con especies alóctonas. El mantenimiento de los usos tradicionales es otra de las alternativas necesarias y se debe convalidar los intereses cinegéticos con los ornitológicos para procurar conservar en un principio las poblaciones existentes y apoyar la declaración de más zonas de especial protección para las aves, ZEPA, como eje sostenible de las especies de aviafauna que están sufriendo serios retrocesos, aunque estén consideradas como cinegéticas.
Galérida Ornitólogos.
Fotografías de V. Coello.