En plena floración de primavera, las retamas despliegan su color diseminadas, principalmente, por las masas de pinares en la Universidad de la Tierra de Arévalo. Sus llamativas flores les proporcionan un tono de color más en el austero sustrato de arenas eólicas, ya quietas, donde se asientan estas masas boscosas del mayoritario pino resinero. También se la conoce como Hiniesta y Escoba.
A pesar de ser tan común, la retama negra o escoba (ver) no ha tenido aplicación medicinal hasta hace relativamente poco tiempo, empleándose sólo para quemar o fabricar escobas, de ahí algunos de sus nombres populares y el científico (del latín scopa: escoba, con el sufijo indicativo de conexión –arius: scoparius es también el nombre latino del barrendero). Las mismas flores son aperitivas y en ocasiones se han escabechado en vinagre de manera análoga a las alcaparras (ver).
Arbusto profusamente ramificado. Fanerófito (ver) caducifolio de hasta 1,5 m de altura con ramas flexibles, angulosas y asurcadas longitudinalmente. Hojas inferiores trifoliadas, con pecíolo más o menos largo, que caen con facilidad dejando los tallos desnudos, mientras que las superiores son sencillas y sentadas. Flores amarillas, amariposadas, de buen tamaño (16-25 mm) solitarias o por parejas, pedunculadas, dispuestas en la axila de las hojas. Cáliz bilabiado. Estandarte u quilla subyúgales. Fruto en legumbre comprimida de 25-45 mm con las caras lampiñas y bordes largamente pelosos. La floración puede desarrollarse entre los meses de marzo y julio dependiendo de la latitud y altitud.
Su hábitat suele ser sobre terrenos desprovistos de cal o en calcáreos muy lavados, formando parte de los piornales y monte bajo que acompaña a robledales, hayedos y en nuestro Territorio Natural, entre pinares.
Merece la pena pasear estos días entre los pinares del interfluvio que recrean los valles de los ríos Adaja (ver) y Arevalillo y dejarse embargar por los colores de las vistosas retamas y el sonido de las aves y pájaros que nos acompañan a lo largo de sus cauces, así como por el rumor de las aguas que discurren y marchan sin querer rumbo norte, hacia La Campiña del Duero.
Galérida Ornitólogos.
Fotografía de V. Coello.
Merece la pena pasear estos días entre los pinares del interfluvio que recrean los valles de los ríos Adaja (ver) y Arevalillo y dejarse embargar por los colores de las vistosas retamas y el sonido de las aves y pájaros que nos acompañan a lo largo de sus cauces, así como por el rumor de las aguas que discurren y marchan sin querer rumbo norte, hacia La Campiña del Duero.
Galérida Ornitólogos.