Origen de las marismas
Las marismas se forman en los estuarios. Los estuarios (aestus = marea) son zonas de contacto del mar con los aportes de agua dulce de los ríos. Generalmente son las áreas más abrigadas del litoral y presentan aguas poco profundas, lo que unido a una salinidad intermedia, al aporte de gran cantidad de nutrientes a través de los ríos y a la influencia de las mareas, convierte al estuario en uno de los ecosistemas más interesantes y productivos de la Tierra.
En los estuarios, gracias a las especiales condiciones físicas que concurren, se desarrolla una gran variedad de bacterias que transforman la materia orgánica en nutrientes que, a su vez, son asimilados por el fitoplancton, las algas y las plantas vasculares, que sirven de alimento a una gran variedad de invertebrados (principalmente moluscos, crustáceos y anélidos) y a la avifauna, ya directamente o a través de los invertebrados.
Los estuarios de la costa cantábrica se formaron hace 15.000 años, al terminar la última glaciación, debido al aumento del nivel del mar que se produjo a consecuencia del deshielo parcial de los glaciares, que inundó el tramo final de los ríos. En los estuarios, el agua salada del mar se mezcla con el agua dulce de los ríos, dando lugar al fenómeno de la floculación, un proceso físico-químico por el que se forman agregados sólidos muy ricos en materia orgánica que se acumulan en el fondo. Cuando el depósito de sedimentos queda expuesto al aire durante las bajamares se forman las llanuras de fango. Si éstas permanecen emergidas durante el tiempo suficiente, comienzan a ser ocupadas por plantas vasculares, que aceleran el proceso de sedimentación y terminan por formar una marisma. El suelo de las marismas contiene altas concentraciones de cloruro sódico (NaCl), es decir, sal común. Debido a la repulsión del ion sodio cargado positivamente (Na+), las partículas del substrato se distribuyen de forma uniforme y compacta. En consecuencia, se reducen los espacios de aire que puedan quedar en el suelo y se produce anaerobiosis parcial, es decir, falta de oxígeno. Por dicho motivo, a cierta profundidad ya no llega oxígeno al suelo. Este medio está ocupado por bacterias que, en lugar de oxígeno, utilizan compuestos de azufre para mantener activo su metabolismo y son las que confieren ese color negro tan característico al fango profundo, así como su desagradable olor a ácido sulfhídrico. artículo y autor de origen