detalle de los frutos.
El espino albar es un arbusto o arbolillo de entre 3 y 7 m. que se ramifica profusamente y que pierde la hoja para pasar el invierno. Hojas simples en disposición alterna, con peciolo bien desarrollado y lámina obovada, espatulaza o aovada, hendida más o menos profundamente en 3 o 7 lóbulos desiguales y estrechada en forma de cuña en la base.
Los frutos, llamados majuelas o majueletas son globosos u ovoides, de color rojo, con el tamaño de un guisante o un poco más gruesos, excavados en el ápice y con los sépalos persistentes y revueltos; tienen un solo huesecillo y una carne harinosa de sabor dulce.
detalle de la otoñada de las hojas.
Florece por abril o mayo y los frutos maduran en septiembre y ahora, en octubre. Se adapta a todo tipo de terrenos, desde el nivel del mar hasta por encima de los 1.800 m. tanto en climas fríos como en cálidos, en los setos, espinares, sotos, ribazos y linderos de los bosques.
El nombre científico del espino majuelo era ya empleado por los romanos para designar al acerolo (C. Azarolus L.) y procede del adjetivo griego Krataios: fuerte, robusto, alusión a su madera que es durísima y muy resistente al rozamiento, de color blanco o rosado, apreciada en tornería. Es específico, monogyna, recuerda que su pistilo posee un solo huesecillo.
El majuelo se ha empleado para formar setos espinosos y como patrón en que injertar los perales y otros frutales de la familia. Los huesos de sus frutos, según Font Quer, se han encontrado en asentamientos humanos prehistóricos y debieron ser parte de la alimentación del hombre. Las flores, recogidas en primavera y desecadas gozan de propiedades sedantes y antiespasmódicas, entre otras, tomándose en tisana, durante la comida y la cena. Es planta melífera.
paisaje otoñal sobre el río Adaja, en el espacio LIC (Lugares de Importancia Comunitaria) de la Red Natura 2000, denominado Riberas del río Adaja y afluentes, en el término municipal de Arévalo.
fotografía: V. Coello