viernes, 3 de abril de 2009

FAUNA DE LA UNIVERSIDAD

PROCESIONARIA DEL PINO -Thaumetopoea pityocampa- Schiff
Familia Thaumetopoeidae

Es tiempo de procesiones, también, en el Territorio Natural de la Universidad de la Tierra de Arévalo. Cuando llega finales de marzo y los primeros días de abril, podemos contemplar otra más de las numerosas singularidades con que la naturaleza se manifiesta y nos sorprende. Entre los pinares y en los suelos cercanos a éstos, observaremos este fenómeno tan curioso.
Detalle del descenso de orugas a través del tronco.
Se trata de las orugas de la más que conocida Procesionaria del Pino (ver), un lepidóptero, convertido en plaga forestal en muchas ocasiones, cuyas orugas se disponen a enterrarse en el suelo, generalmente arenoso, para su particular transformación y continuar su presencia biológica. Tras permanecer varios meses, en este estadio de oruga, alimentándose de las acículas u hojas de nuestros pinos, preferentemente en las horas nocturnas o crepusculares y encontrarse refugiadas y agrupadas durante el día, en el interior de los conocidos bolsones que ellas mismas fabrican, descienden a través del tronco, formando ya hileras, para proceder a cambiar de estadio durante un periodo concreto de tiempo.
La oruga en su quinto y último estadio.
La oruga de la procesionaria en su quinto y último estadio puede medir entre 25 y 40 mm de longitud y posee una capsula cefálica de color negro. Los pelos laterales del abdomen y el tórax varían, según localidades, desde el blanco muy puro al amarillo oscuro; los pelos dorsales, situados alrededor del dispositivo urticante, entre amarillo y naranja, y el propio dispositivo tiene un tono rojo más o menos intenso. Este aparato está formado por repliegues del tegumento, que forman una especie de estuche, donde se alojan espesas matas de diminutos dardos urticantes de coloración naranja. Cuando la oruga está quieta el dispositivo permanece cerrado, pero al agitarse se abre y libera miles de estos pelos que contaminan el ambiente y pueden producir urticarias y serias afecciones alérgicas al hombre. Otro aspecto de las orugas es que son gregarias en todos los estadios de su vida.
Típica formación de orugas en procesión y detalle del rastro que dejan.
Después de la salida del sol, las orugas maduras abandonan los pinos en procesión para dirigirse a los lugares de enterramiento. A la cabeza va siempre una oruga hembra, mejor dotada, al parecer, que el macho para localizar el sitio idóneo donde ha de enterrarse la colonia. La profundidad varía con la estructura del suelo y cada oruga comienza a tejer un capullo, en el que quedará encerrada hasta su transformación definitiva en mariposa.
Orugas en el momento de ir enterrándose.
Una vez tejido el capullo, las orugas entran en fase de prepupa, en la que sufren un profundo proceso de remodelación interna, que culmina en una nueva muda, que da paso a la fase de crisálida. La duración del periodo de prepupa oscila entre 21 y 30 días. El desarrollo de la crisálida presenta 3 fases bien diferenciadas: una primera, de intensa división celular, seguida por una segunda etapa de diapausa, en que se detiene totalmente el desarrollo y que suele presentar una duración variable en el tiempo. La diapausa es el mecanismo que asegura la salida del insecto en la época oportuna. Finalizado este periodo comienza el de la formación definitiva del insecto adulto en el interior del capullo, convertido ya en mariposa. Las mariposas se liberan de la envoltura de la crisálida y desgarran el capullo sedoso en que estaban envueltas con las duras aristas de su cresta. Remueven la tierra y salen al exterior en los atardeceres de los días de verano. Los machos suelen nacer unas horas antes que las hembras y después de estirar las alas sobre cualquier soporte cercano a su salida al exterior, inician un nuevo ciclo biológico que en su momento comentaremos.
Fotografía de V. Coello.
Galérida Ornitólogos.