viernes, 26 de junio de 2009

FLORA DE LA UNIVERSIDAD

CATALPA -Catalpa bignonioides Walt.-
Familia Bignoniaceae (ver)

En plena floración, la catalpa (ver), es un árbol poco frecuente por el Territorio Natural de la Universidad de la Tierra de Arévalo, por no ser especie autóctona o forestal. Su origen se sitúa en el este de los Estados Unidos y su uso frecuente ha sido el cultivo en los paseos y bordes de caminos, sobre todo en la mitad meridional de la Península Ibérica. Por lo tanto, la catalpa, ha sido utilizada en parques y jardines y en plantaciones ornamentales en el callejero de innumerables ciudades. Su aspecto voluminoso proporciona extraordinaria sombra, cuando sobre ella se han realizado correctamente los trabajos prácticos de poda en formación y de mantenimiento.
Detalle de la floración.
Como bien podemos comprobar es un árbol de tamaño mediano, con copa amplia y ramosa, que pierde la hoja en invierno. Tiene hojas muy grandes de hasta 20 cm, opuestas o verticiladas, con largos pecíolos, de forma aovado-acorazonadas, puntiagudas, con el borde entero o anguloso subdentado. Las flores nacen en grandes panículas terminales muy ramosas; son blancas, con manchitas amarillentas o púrpuras. El cáliz es de una sola pieza con dos labios. Tiene dos estambres fértiles y tres estériles soldados por sus filamentos al tubo de la corola. La cápsula que constituye el fruto es muy larga y estrecha, péndula, casi cilíndrica, de cerca de 30 cm de largo y contiene numerosas semillas aladas; recuerda por su forma a la vaina de una leguminosa que permanecerá en el árbol gran parte del invierno, madurando a finales de verano o en el otoño.
Tamaño de las hojas y de los ramos florales.
Catalpa es el nombre indio de este árbol que fue designado por Linneo (ver) como epíteto específico (Bignonia catalpa) y más tarde elevado a género por Scopoli (ver). En su país de origen se usan las vainas y semillas en medicina popular, por sus propiedades antiespasmódica, cardiaca y sedante; la corteza se considera antihelmíntica, es decir, para expulsar los gusanos intestinales.
Catalpas en la zona de Amaya.
En Arévalo, podemos contemplar catalpas en el Parque de Gómez Pamo (ver), su primer emplazamiento, alternándose con el Acer negundo (ver) y el Plátano de sombra (ver), jalonando el borde del parque, en el Paseo de la Alameda. Posteriormente se plantaron ejemplares de catalpa en la zona de Amaya, entre la plaza del Descubrimiento y la calle Tomillares, de dudosa idoneidad, si bien se mantienen pese a los ataques persistentes de ácaros y otros insectos, el suelo y sustrato poco adecuado y el abandono sistemático, que sobre estos excelentes árboles de sombra, ejerce el responsable político de parques y jardines de la ciudad. Pero la primavera hace milagros y su espectacular floración aún podemos disfrutarla un año más.
Galérida Ornitólogos.
Fotografía: V. Coello