domingo, 30 de mayo de 2010

YACIMIENTO CALCOLÍTICO "EL TOMILLAR"

El pasado año abrió sus puertas, al público, una exposición didáctica sobre las excavaciones realizadas en los últimos veinte años, por el arqueólogo Francisco Fabián, en el yacimiento de El Tomillar, ubicado en la localidad morañega de Bercial de Zapardiel. Poco a poco van apareciendo recursos que tienen que ver, y mucho, con el entramado geográfico de la Universidad de la Tierra de Arévalo, sus antiguos pobladores y las relaciones directas con un medio natural que impregnaba toda la actividad cotidiana y la más necesaria supervivencia ante las adversidades y rigores de tiempos tan arcaicos.
Merece la pena recorrer nuestra historia invirtiendo el proceso de la evolución mental y tecnológica que hoy en día vamos adquiriendo para intentar comprender y saber que sendas recorrimos y que autopistas del conocimiento estamos construyendo a cambio de alterar un mundo tan sensible como es el Medio Natural.
Es difícil imaginarse con exactitud cómo pudo ser la vida en las inmediaciones de Bercial de Zapardiel o en otro cualquier sitio nada menos que en el 2600 a.C., es decir 4.600 años antes de ahora. Sólo unas pocas cosas eran entonces igual a como son hoy. La Arqueología es una técnica de la ciencia histórica encargada de estudiar los restos del pasado ocultos bajo la tierra y por tanto de reconstruir lo que existió en la ya larga trayectoria del ser humano. Trabaja, por tanto, para acercar tiempos tan remotos a nuestro conocimiento y para que el ser humano se explique su camino hasta el presente. Pero también para aprender del pasado, aunque creamos que del pasado no se puede aprender, por vanidades del presente.

Hace unos 4500 años el pequeño grupo humano que vivía en la loma de El Tomillar no podía ni imaginar que tanto tiempo después fueran a ser los protagonistas de este pequeño escrito sobre ellos y, antes que ahora, de un libro contando cómo enterraban a sus muertos. Y ni mucho menos podían pensar que este arqueólogo que lo escribe pasara tantas horas desenterrando cuidadosamente sus desechos, muchas veces muerto de frío, como mi buen amigo Fidel Rodríguez sabe muy bien. Porque en realidad lo que aquellas gentes dejaron, lo que estudiamos, eran los desechos de sus comidas, de sus cacharros de barro rotos a lo largo del tiempo, las herramientas que dejaban por inservibles o los muertos que enterraban. Tampoco podían suponer que pasáramos tantas horas intentando, después, reconstruir sus hábitos de vida, dibujando y catalogando cada uno de sus artefactos para saber cual era su nivel tecnológico o cuales eran sus rituales cada vez que se les moría alguien. Impensable hubiera sido para ellos suponer que en Miami, nada menos, a través de complicados análisis averiguaran el tiempo que hace que vivieron en El Tomillar y sólo a base de analizar un puñado de los restos orgánicos que desechaban.
Tampoco podían ni soñar que en la Universidad de Madrid y en la de San Sebastián les fueran a mirar hueso por hueso a los que se hicieron enterrar allí para saber su edad al morir, el sexo de cada uno, las enfermedades o las bases de su alimentación analizando la composición de, por ejemplo, un molar de cada uno de los cadáveres encontrados. O que en Barcelona por medio de unas muestras de tierra nos hicieran saber el paisaje que veían cada día, los árboles que había en el entorno y el clima que tenían. E incluso que en la Universidad de Granada fueran a estudiar concienzudamente los huesos de los animales que comían y dejaban luego abandonados con despreocupación.... Ellos, que se sentirían gente absolutamente anónima, son tanto tiempo después protagonistas. Si de alguna manera pudieran ver ahora cuanto nos interesa lo que hicieron, se emocionarían. Sobre todo porque a la gente de vida sencilla les emociona sentirse importantes alguna vez. Texto completo...... (+info) (+info) (+info)

Hace 4.600 Años, en El Tomillar (BERCIAL DE ZAPARDIEL Ávila)
J. Francisco Fabián García

Foto: V. Coello /GALÉRIDAinfORNITÓLOGOS

viernes, 28 de mayo de 2010

Embalse del Castro de Las Cogotas

Como consecuencia de las polémicas surgidas en días pasados en las que se debatían el inicio del riego, los precios a aportar por cada agricultor así como la corresponsabilidad en el coste total de las infraestructuras del conocido como regadío de Las Cogotas, queremos aportar los datos técnicos así como el origen del embalse del mismo nombre y que facilitará, sin duda, la extensión de los regadíos en la Comarca de La Moraña.
El embalse de Las Cogotas recibe este nombre por haberse construido junto a un castro celta así denominado en la provincia de Ávila, de cuya capital se encuentra a poco más de 15 kilómetros de distancia. Está documentado que dicho castro pertenece a la Edad de Hierro y su fundación se sitúa en el siglo I antes de Cristo. El embalse recoge las aguas del río Adaja, permitiendo el riego a una superficie próxima a las 8.000 hectáreas. Además tiene asignada la misión de garantizar el abastecimiento de agua potable a varias localidades de las provincias de Ávila y Valladolid, entre las que se encuentran Olmedo y Medina del Campo. Gracias a él se ha mejorado sensiblemente el río que lo llena, afectado por importantes sequías durante la época de verano.

La presa, concluida en 1994, es de las llamadas de bóveda de doble curvatura, con una longitud de casi 300 metros y una altura de 66 desde los cimientos. Para poder ejecutar esta obra fue preciso desmontar antes, piedra a piedra, la presa de Verdeja, una obra de ingeniería de principios del siglo XX, formada por numerosos y bien tallados sillares de piedra.
Dada la proximidad del embalse de Las Cogotas a la capital abulense, el proyecto se complementó con la construcción de otro mini-embalse, llamado de Fuentes Claras, literalmente adherido al primero. El objeto de este último es doble: garantizar el abastecimiento de agua potable en Ávila en situaciones de emergencia y ofrecer una amplia zona recreativa en la que pueden practicarse numerosos deportes náuticos. (+info)

jueves, 27 de mayo de 2010

FLORA DE LA UNIVERSIDAD

FALSA ACACIA -Robinia pseudoacacia L.-
Familia Leguminosae (ver)

De forma natural procede del centro y este de los Estados Unidos de Norteamérica, desde donde fue llevada a Francia, al Real Jardín de París, procedente de Virginia, en 1601.
El nombre del género, Robinia, está dedicado al jardinero Jean Robin que fue el primero en cultivar este árbol en Europa. De Francia se trajeron a Barcelona y más tarde a Madrid donde se plantaron en la Huerta de Migas Calientes (antiguo Jardín Botánico); de allí proceden los primeros ejemplares que se pusieron en el Retiro y Aranjuez, según cuenta Quer. Sus flores, de olor y sabor agradable, son comestibles y se conocen popularmente con el nombre de pan y quesillos; con ellas se preparaba antiguamente un agua destilada a la que se atribuían propiedades antihistéricas. Antiguamente se utilizó su madera para la construcción de edificios, a pesar de que tiende a torcerse y se raja con cierta facilidad cuando se seca. Según Quer, de madera de esta especie estaban hechos la mayoría de los edificios de Boston (siglo XVIII).
La Robinia o falsa Acacia (ver) es un árbol de copa amplia que en buenas condiciones puede alcanzar hasta 25m de altura. Raíz gruesa, con ramificaciones largas y rastreras que pueden echar retoños aun a larga distancia, de corteza amarillenta. Ramas fuertes y algo tortuosas, las más jóvenes armadas con las estípulas que se transforman en fuertes aguijones. Hojas compuestas imparipinnadas, que caen por completo en otoño, con 3 a 10 pares de hojuelas elípticas u ovales, enteras, con la cara inferior de color más pálido; estípulas transformadas en espinas.
Flores amariposadas, de color blanco, dispuestas en racimos multifloros axilares y colgantes, cáliz brevemente campanulado, dividido en dos labios cortos, con dos y tres dientes. Legumbre fuertemente comprimida, de 5 a 10cm de largo, con sutura dorsal estrechamente alada, de color pardo-rojizo, finalmente abriéndose en dos valvas.
Florece en mayo y junio y ha sido abundantemente cultivada en parques, paseos y calles de innumerables pueblos y ciudades, sobre cualquier tipo de suelo; a menudo, también, naturalizada en cunetas y bordes de caminos. Es una especie ideal para proporcionar sombra en época estival de ahí su presencia. En el Territorio Natural de la Universidad de la Tierra de Arévalo se encuentra en numerosos pueblos asociada a la otra falsa acacia del Japón –Sophora japonica L.- y a la Acacia de tres espinas –Gleditsia triacanthos L.- en menor medida. Un buen ejemplo son las alineaciones de falsas acacias en calles y Parque de Gómez Pamo en Arévalo. Fotografía: V. Coello / GALÉRIDA ORNITÓLOGOS

miércoles, 26 de mayo de 2010

FLORA DE LA UNIVERSIDAD

JARILLA / JAGUARCILLO -Halimium umbellatum (L.) Spach s.l.-
Familia Cistaceae (ver)

Los suelos pobres y ácidos del centro y sur de la Península tienen primaveras explosivas debido a la copiosa floración de esta pequeña mata. Tiene preferencia por las situaciones algo nemorosas, como el sotobosque de los pinares. Cuando su presencia se hace patente sobre suelos desnudos y raquíticos, acompañando a otras cistáceas mayores y menores, así como a tomillos, cantuesos y retamas, podemos asegurar que la degradación del suelo está muy avanzada y nos encontramos lejos de su óptimo. Presente sobre los suelos cuaternarios, generalmente, con clima mediterráneo con cierta humedad, en terrenos silíceos, de entre 100 a 1800m de altitud, sobre los que se asientan las masas y bosquetes de pinar del Territorio Natural de la Universidad de la Tierra de Arévalo.
La jarilla o jaguarcillo es un arbusto o sufrútice de hasta 70cm de altura. Tallos cortos y tortuosos, ascendentes o levemente erectos y densamente foliosos; los tallos jóvenes no floríferos poseen indumento de pelos estrellados además de pelos unicelulares más escasos. En su disposición las hojas se encuentran opuestas y se presentan uninerviadas. Existe dimorfismo pero ambas son sésiles. Las de tallos estériles son de 25 x 2 mm, lineares o linear-lanceoladas, uninerviadas, con márgenes reboutos, envés canescente con indumento denso de pelos estrellados y pelos simples glandulosos abundantes y el haz es verde oscuro, con escasos pelos de tipo variable, en ocasiones subglabra; las de tallos fértiles son de 15 x 5 mm, oblongo-lanceoladas u oval-lanceoladas, tetranerviadas y posibilidad de ser revolutas, el envés es más peloso y el haz es verde oscuro con pelosidad variable. En cuanto a la inflorescencia, sus flores son solitarias o cimosas con hasta 10 flores cada una, el conjunto terminal es umbeliforme, destacando además su carácter de hermafroditas, actinomorfas, pentámeras y de color blanco.
Cáliz de 3 sépalos, de 6 mm, con pelos simples pluricelulares, ovados en la antesis y agudos; corola con 5 pétalos libres, de 10 mm, blancos, sin manchas. Estambres numerosos, todos fértiles, con los filamentos desiguales. Ovario súpero, unilocular, con placentación parietal, formado por tres carpelos soldados, estilo corto y recto y presenta un rudimento seminal ortótropo.
El fruto en cápsula, ovoidea algo acuminada de 6 mm, con pelos estrellados, persistente; semillas tuberculadas de color castaño oscuro.
La Floración suele ser a partir de abril, hasta agosto o septiembre. Polinización entomófila. Dispersión anemócora.
Etnobotánica: es utilizado como ornamental debido al colorido de sus flores, tamaño, intensa floración y vistosidad. También utilizada en xerojardinería por sus adaptaciones a la escasez del agua.
Fotografía: V. Coello / GALÉRIDA ORNITÓLOGOS

martes, 25 de mayo de 2010

RED DE ESCUELAS

El Programa de Conservación del Águila imperial ibérica "Alzando el vuelo", lanza la Red de Escuelas
Con esta nueva iniciativa el Programa Alzando el vuelo, que desarrolla SEO/BirdLife en colaboración con Adif y la Fundación Biodiversidad y con el apoyo de Obra Social Caja Madrid, hace un llamamiento a todos los colegios que se encuentran dentro del área de distribución de la especie, estoe es en las comunidades de Madrid, Castilla-La Mancha, Andalucía, Extremadura y Castilla y León, para que con su adhesión, formen parte de un interesante y educativo programa de conservación.
Contar con la participación ciudadana es uno de los medios más eficaces para conservar el hábitat natural del águila imperial ibérica y, por ello, el programa Alzando el vuelo ha desarrollado una amplia campaña de sensibilización dirigida a la población que convive con la especie. En este contexto nace la Red de Escuelas por el águila imperial.
¿Qué supone formar parte de la Red de Escuelas?
Significa poder recibir interesantes materiales educativos encaminados a la conservación del águila imperial y de su hábitat tales como juegos interactivos, unidades didácticas, pósters, miniguías, además de una exposición que podrá recibir el centro educativo, participar en un concurso con grandes premios así como recibir charlas y realizar diversas actividades en las clases. Por otra parte, los docentes recibirán asesoramiento sobre cómo dinamizar los materiales recibidos para lograr la educación y sensibilización de los alumnos en la conservación del águila imperial ibérica. Educar y sensibilizar sobre la conservación de esta especie son los dos únicos compromisos que adquieren los colegios que formen parte de este gran proyecto.
http://www.aguilaimperial.org/

lunes, 24 de mayo de 2010

FLORA DE LA UNIVERSIDAD

CANTUESO -Lavandula stoechas L.-
Familia Labiatae (ver)

El nombre del género deriva del verbo latino lavo: lavar, purificar, por haberse utilizado algunas de sus especies para perfumar los baños. El específico procede del nombre stoichas, que según Dioscórides se le dio por crecer en las islas de Hieres, próximas a Marsella, llamadas Stoichades por los griegos. Esta palabra significa –alineadas- y según Font Quer aludiría a la disposición ordenada de las flores, que lo mismo que las mencionadas islas se disponen en hilera.
Se ha utilizado en medicina popular como antiséptica y vulneraria limpiando con su esencia las llagas y heridas. También tenía reputación como estimulante y antiespasmódico, vendiéndose la víspera y el día de San Juan en la Plaza Mayor de Madrid. Estos días asistimos a la plena floración del cantueso especialmente sobre los suelos silíceos de las variadas y más o menos extensas manchas de pinar del Territorio Natural de la Universidad de la Tierra de Arévalo.
El cantueso (ver)
es un arbusto ramoso que puede llegar a medir un metro. Sus ramas, al menos las jóvenes, son tetrágonas, de color verde o rojizo, encaneciendo por la presencia de pelos blanquecinos más o menos abundantes. Las hojas nacen enfrentadas, formando a menudo fascículos; son largas y estrechas, de borde entero y forma linear u oblongolanceolada.
Las flores están apiñadas en densas espigas terminales de sección cuadrangular que llevan en su terminación un penacho de brácteas estériles de color violeta o rojizo. El cáliz es tubular-ovoideo, con 5 dientes diminutos. El fruto está formado por 4 nuececillas alargadas encerradas en el tubo del cáliz.
Florece en primavera y principios de verano sobre suelos desprovistos de cal hasta apxte los 1000m de altitud. En estas zonas se encuentra asociado el cantueso a tomillos, jaguarcillos y retamas.
Fotografía: V. Coello / GALÉRIDA ORNITÓLOGOS